Al escribir estas líneas, solo pretendo mantener viva la memoria de la persona de Vicente. En ellas haré mención a algunos de los muchos testimonios de personas que vivimos muy cerca de él y expresados más ampliamente en los libros: “Vicente Hondarza, vivir y morir por los pobres” y “Vicente Hondarza, sacerdote, Primer mártir de la Iglesia postconciliar peruana”. 25 años después de su martirio y en el primer aniversario del documento de la V Conferencia L.A. de los Obispos en Aparecida (Brasil). Mayo 2007, quiero manifestar a la luz de dicho documento cómo Vicente, vivió con radicalidad el seguimiento a Jesús, y su fidelidad de discípulo le supuso, ofrecer su vida por El, por la Iglesia y por su pueblo, los pobres del Perú, concrétamente, la parroquia de Chancay, con el derramamiento de su propia sangre después de sufrir atroces torturas físicas y psicológicas.
El día 13 de junio de 1983 subió camino de Lampián para celebrar una festividad y tener reuniones con los campesinos. Esa fue su última subida.
Vicente fue torturado y asesinado entrada la noche, a las afueras del pueblo, sin derecho a defenderse y unas horas después de haber celebrado la Cena del Señor, en una fiesta patronal: San Antonio de Padua, en Lampián.
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